6/11/12

Recordando a Leonardo Favio



 Hoy que estamos recordando a Leonardo  Favio, me llego  en  la red social, un pensamiento de Pinky la Rocca,compartido por otra amiga, y otro amiga, y creo que no hay nada que agregar después de leer lo que ella ha escrito,  lo sentimos tan cercano que deseamos compartirlo con algunos más que quizá  el día de hoy  no encuentren las palabras para  describir  la nostalgia de Favio. 



x Pinky la Rocca. 

Ante la partida del entrañable Leonardo Favio me he preguntado ¿qué significó Favio para mi? Y la respuesta surge desde la emoción más profunda.


Favio son mis amigos de los años 70 y las salidas al cine, Favio es los bares adonde íbamos después de las películas y hablábamos horas y horas sobre más cine. Favio son mis quince años al arrullo de sus canciones de amor.

Favio es mi hermana Cristina, q

ue se fue un poco antes que él y que tanto lo quiso.
Favio es el total deslumbramiento en un viejo cine menduco sintiendo que no podía ser que uno de los nuestros hubiera hecho semejante película. Y Favio era salir del cine como envuelto en una telaraña de sensaciones nuevas, extrañas, que te mantenían prisionero durante días y que no podías apartar fácilmente, tal era la sugestión de sus imágenes incomparables.
Favio fue la conmoción emotiva que me produjo Juan Moreira. El cine Ópera, o el Gran Rex, o el Roxy o el Lavalle lleno de gente embrujada por ese prestidigitador grandioso. Todos en esa oscuridad y en silencio, alegres, indignados, apenados por las historias de sus personajes, siempre cercanos, siempre queribles, asistiendo a un acto de magia y de amor. El amor de Favio por sus criaturas, su potencia visual, sus diálogos, sus actores. Esos cielos suyos que podían ser luminosos y también agobiantes. La música, los animales, los decorados, todo lo que surgía de su vasto talento.
Favio fue el Juan Moreira y su fuerza irresistible. Y Juan Moreira es aquella escena cuyo recuerdo aún me provoca un estremecimiento, la de la partida de cartas con la Muerte (¡magnífica Alba Mujica!), que él gana y luego esa otra de la Muerte llevándose a su hijo y diciéndole “no sé perder”.
Favio fue también Nazareno Cruz y el Lobo y en esta película, otro personaje fuertísimo: el del Malo, el Diablo, con Alfredo Alcón en una actuación conmovedora. Un Diablo que en diálogo con Nazareno le dice “estoy un poco cansado” . . . “decile (a Dios) si podemos volver a conversar”. Un Diablo por el que sentimos compasión, gracias a Leonardo. Y es también Nora Cullen, grandiosa actriz que también participó de El Dependiente, pidiendo para su ahijado Nazareno “que Dios se apiade de su almita buena”.
¿Quién podrá acercarse como él a nuestra almita buena y llenarla de compasión, de alegría, de tristeza, de tantas emociones al fin? ¿Quién podrá hacernos vibrar como lo hizo con ese vozarrón hermoso cantando “Quiero aprender de memoria, con mi boca tu cuerpo, muchacha de abril”, mientras las señoras se escandalizaban por esa letra tan explícita y una secretamente soñaba con ser una muchacha de abril y que alguien aprendiera su cuerpo de memoria.
Ayer y hoy han sido días de mucha tristeza. No me gusta que la gente se muera. Me siento un poco más sola, un poco más desamparada. Generacionalmente Favio me acompañó mucho, no sólo con estas dos películas o con sus canciones. Recuerdo especialmente estas dos porque son las que más fuertemente me pegaron.
Muchos se ocuparán de explicar su obra desde lo político, lo social, su visceral compromiso con el peronismo, yo sólo me atrevo a hablar de lo que conozco: de todo lo que le debo a Leonardo Favio, el más grande mago artístico con que nos bendijo la aridez de esta tierra menduca.
¡Buen viaje hermano! ¡Paz en el corazón, Luz en el entendimiento!

Pinky La Rocca